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Domingo 5º del Tiempo Ordinario - Ciclo B para eso he salido

08.02.2015 08:37

Marcos (1,29-39):

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. 
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

 

Reflexión: Mc 1,29-39

Hay tres aspectos que llaman inmediatamente mi atención en esta lectura, que en realidad narra curaciones extraordinarios realizadas por Jesús, cuya espectacularidad, las opaca. Claro, llama la atención la forma en que cura a la suegra de Simón y la muchedumbre que al atardecer se agolpó a la puerta a los que Jesús curó de sus enfermedades y expulso demonios.

Lo vemos todo el tiempo curando enfermos y expulsando demonios. Era inevitable, pues la gente se pasaba la voz y el al verlos, se conmovía. Jesús no niega el resultado de este poder a quien se lo pide, a quien lo necesita. Pero todos tendemos a quedarnos en ello y no captamos el mensaje.

Así, los tres aspectos que muchas veces pasan desapercibidos, ante lo extraordinario de sus curaciones y milagros, son:

… no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.

…cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.

Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.

Jesús ha sido enviado por el Padre a cumplir una Misión. El amor y la bondad han sido derramados y es lógico que siendo él la encarnación de ellos, se conmueva y empiece a curar a diestra y siniestra, a todo aquél que se lo pide. Pero no es para eso que ha venido el Señor, y él lo sabe. Eso es lo que les dice muy claramente a sus discípulos: … para que también allí predique; pues para eso he salido.

El Señor alivia las penas y el sufrimiento, y lo hará siempre que acudamos a él con fe. Sin embargo, no es para eso que ha salido, sino para PREDICAR. Se trata de enseñarnos, para que encontremos el camino. Para que no andemos como ovejas sin pastor. ¿Qué es lo que tiene que decirnos el Señor? Este es el centro del evangelio, de la ley y los profetas, como él mismo lo dirá: Que Dios es nuestro Padre, que solo quiere nuestro bien y felicidad, que nos ama y que debemos amarle. Esto es primer lugar. Luego, en segundo lugar, que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Eso es todo. Ese es el Camino que lleva al Padre, a la Vida Eterna. Este es el sentido de la Vida, que debemos comprender.

Por eso es que manda a callar a los demonios. No es por su testimonio que debemos creer. Ellos lo conocen perfectamente. Pero no es por ellos, ni por su testimonio, ni por sus argumentos engañosos que debemos creer. Los milagros son solo una prueba de su infinita misericordia y que él tiene poder sobre la vida y la muerte. Que no hay nada imposible para Dios; que nada puede resistírsele. Sin embargo, no es por su poder que quiere convencernos y salvarnos, sino por la razón. Hemos sido creados libres, pero también hemos sido dotados de inteligencia y voluntad. Hemos pues de aplicar nuestra inteligencia para discernir el camino y nuestra voluntad para seguirlo, en completa libertad. En nuestras manos está nuestra propia salvación. De nosotros depende; es nuestra decisión.

Como Jesús, retirémonos un poco y en oración pidámosle a nuestro Padre que nos muestre el camino y que nos diga muy claramente para qué hemos salido hoy y qué debemos hacer.

Oremos:

Padre Santo, sin Ti y si no es caminando hacia Ti, nuestra vida no tiene sentido. Danos la capacidad de discernimiento necesaria para encontrar este camino en nuestras vidas, en los acontecimientos más cotidianos, de modo tal que optemos siempre por cumplir Tu voluntad…No permitas que caigamos en tentación, te lo pedimos por Cristo nuestro Señor…Amén.

Roguemos al Señor…

Para la reflexión personal
• Jesús no ha venido para ser servido, sino para servir. La suegra de Pedro empieza a servir. Yo, ¿hago de mi vida un servicio a Dios y a los hermanos y hermanas? 
• Jesús mantenía viva la conciencia de su misión mediante la oración. ¿Y mi oración?

 

Tomado de https://www.aqplink.com/roguemos/2012/02/marcos-129-39-para-eso-he-salido/

 

Domingo 4º del Tiempo Ordinario - Ciclo B ☺ Marcos (1,21-28):☺UN ENSEÑAR NUEVO

01.02.2015 08:29

Marcos (1,21-28):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó: «Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

Palabra del Seño
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Meditación del Papa Benedicto XVI

Jesús es la Palabra viva de Dios. Cuando enseñaba, la gente reconocía en sus palabras la misma autoridad divina, sentía la cercanía del Señor, su amor misericordioso, y alababa a Dios. En toda época y en todo lugar, quien tiene la gracia de conocer a Jesús, especialmente a través de la lectura del santo Evangelio, queda fascinado con él, reconociendo que en su predicación, en sus gestos, en su Persona, él nos revela el verdadero rostro de Dios, y al mismo tiempo nos revela a nosotros mismos, nos hace sentir la alegría de ser hijos del Padre que está en el cielo, indicándonos la base sólida sobre la cual debemos edificar nuestra vida. Pero a menudo el hombre no construye su obrar, su existencia, sobre esta identidad, y prefiere las arenas de las ideologías, del poder, del éxito y del dinero, pensando encontrar en ellos estabilidad y la respuesta a la insuprimible demanda de felicidad y de plenitud que lleva en su alma. Y nosotros, ¿sobre qué queremos construir nuestra vida?» (Benedicto XVI, 6 de marzo de 2011).

 

UN ENSEÑAR NUEVO

El episodio es sorprendente y sobrecogedor. Todo ocurre en la «sinagoga», el lugar donde se enseña oficialmente la Ley, tal como es interpretada por los maestros autorizados. Sucede en «sábado», el día en que los judíos observantes se reúnen para escuchar el comentario de sus dirigentes. Es en este marco donde Jesús comienza por vez primera a «enseñar».

 

Nada se dice del contenido de sus palabras. No es eso lo que aquí interesa, sino el impacto que produce su intervención. Jesús provoca asombro y admiración. La gente capta en él algo especial que no encuentra en sus maestros religiosos: Jesús «no enseña como los escribas, sino con autoridad».

Los letrados enseñan en nombre de la institución. Se atienen a las tradiciones. Citan una y otra vez a maestros ilustres del pasado. Su autoridad proviene de su función de interpretar oficialmente la Ley. La autoridad de Jesús es diferente. No viene de la institución. No se basa en la tradición. Tiene otra fuente. Está lleno del Espíritu vivificador de Dios.

Lo van a poder comprobar enseguida. De forma inesperada, un poseído interrumpe a gritos su enseñanza. No la puede soportar. Está aterrorizado: «¿Has venido a acabar con nosotros?» Aquel hombre se sentía bien al escuchar la enseñanza de los escribas. ¿Por qué se siente ahora amenazado.

Jesús no viene a destruir a nadie. Precisamente su «autoridad» está en dar vida a las personas. Su enseñanza humaniza y libera de esclavitudes. Sus palabras invitan a confiar en Dios. Su mensaje es la mejor noticia que puede escuchar aquel hombre atormentado interiormente. Cuando Jesús lo cura, la gente exclama: «este enseñar con autoridad es nuevo».

Los sondeos indican que la palabra de la Iglesia está perdiendo autoridad y credibilidad. No basta hablar de manera autoritaria para anunciar la Buena Noticia de Dios. No es suficiente transmitir correctamente la tradición para abrir los corazones a la alegría de la fe. Lo que necesitamos urgentemente es un enseñar nuevo.

No somos «escribas», sino discípulos de Jesús. Hemos de comunicar su mensaje, no nuestras tradiciones. Hemos de enseñar curando la vida, no adoctrinando las mentes. Hemos de anunciar su Espíritu, no nuestras teologías.

 

José Antonio Pagola

 

Domingo 4 de Enero de 2015 ♥Epifanía del Señor♥ Evangelio según Mateo 2,1-12

04.01.2015 09:28

Epifanía del Señor

Mateo 2,1-12

Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.»

Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír esto. Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel.

Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.»

Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella!

Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.

 

Reflexion

Lectio (“¿Qué dice el texto?”)

Contexto litúrgico

Epifanía significa manifestación. Celebramos en este día la manifestación de Jesús, el Salvador, al mundo pagano, representado por los sabios de oriente, pues él ha venido con la misión de ofrecer la salvación a todas las gentes, de todos los lugares y de todos los tiempos.

Es el día en que también nosotros, que no somos del pueblo judío por nacimiento, hemos recibido el don de la fe en Jesucristo, enviado del Padre para la salvación del mundo.

El relato evangélico es una catequesis que nos indica cómo se manifiesta el Señor en todo tiempo y cómo nosotros podemos encontrarlo. Por lo tanto, lo hemos de leer más como un relato de fe que como una narración de tipo histórico.

1. Unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén (v.1):

Estos personajes presentados por Mateo, representan el deseo humano de iniciar un camino o proceso, para encontrar a Dios:

•    su decisión de  abandonar su casa y su país simboliza el proceso que constantemente realiza el que con sinceridad quiere encontrarse con el Señor;

•    la estrella que les guía es la luz de la fe, la llamada de Dios, que comienza a iluminar la oscuridad de su situación religiosa.

En Jerusalén, estos magos o sabios:

•    dan testimonio de la llamada de Dios: “Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo” (v. 2), esta estrella simboliza el surgimiento de otro verdadero “astro” según el texto: “Surgirá una estrella de Jacob y se levantará un hombre de Israel” (Num 24, 17);

•    vencen las malas intenciones de Herodes, quien ve en Jesús una amenaza a su reinado;

•    y la ignorancia de los sacerdotes y de los maestros de la ley, pues, a pesar de que saben dónde nacerá el Mesías no se inquietan por ello;

•    se dejan orientar por la Palabra de Dios, en la profecía de Miqueas (5, 2), que los maestros de la Ley indican (vs. 5-6);

•   nuevamente la estrella los guía hasta Belén (v. 9); la estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. 

2. Vieron al Niño con su madre María y lo adoraron (v. 11)

Al experimentar de nuevo la iluminación de la fe en su camino, se llenaron de una inmensa alegría (v. 10). El esfuerzo de los viajeros por seguir la luz incipiente de la fe logró, al fin, encontrar al Niño con su Madre. Dios los había orientado y fortalecido a lo largo de su camino de fe, poniendo de su parte el interés y el sacrificio por salvar enormes dificultades y, al fin, encontrar al Salvador.

Lo adoraron como a Dios postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra (v. 11). Estos dones son símbolo de su propio reconocimiento, agradecimiento y ofrenda de sí mismos y de sus vidas.

Regresaron a su país por otro camino (v. 12). Una vez que los sabios de oriente adoraron al Señor, entregándose a Él, quedaron transformados por el encuentro con el Mesías. Y regresaron a su tierra, convertidos, como personas nuevas, contentos de la experiencia vivida en aquella humilde vivienda.

3. Meditatio (“¿Qué me dice a mí el texto?”)

Cada uno de nosotros he de reemprender muchas veces el camino de la fe, que nos lleva a Jesús. No es cuestión de saber muchas cosas de Jesús, del Evangelio. Es, sobre todo, seguir y estar con Jesús, para conformar nuestros valores, criterios, actitudes, sentimientos y conducta según lo que el mismo Jesús vivió y enseñó.

En cada momento de nuestra vida el Señor nos va llamando a una entrega más generosa y total. Con mirada y escucha de fe, podemos percibir que el Señor nos convoca desde la realidad de los sucesos diarios, agradables o desagradables, desde su Palabra leída y meditada, desde un buen consejo que recibimos, desde un buen testimonio que vemos, desde la oración y celebración de los sacramentos. Todo ello son luces de pequeñas estrellas que el Señor pone en el firmamento de nuestra conciencia.

El encuentro con Jesús, en brazos de María, nos llena de alegría y experimentamos la paz.

4. Oratio (“¿Qué le digo a Dios?”) 

Con el salmo 71 que la tradición judeo – cristiana considera como un retrato anticipado del rey mesiánico anunciado por los profetas, alabemos a Jesús cuyo reinado no reconoce fronteras pues se extiende a favor de los necesitados.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 
Que los montes traigan paz, 
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador. 
Que dure tanto como el sol, 
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra. 
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. 
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo. 
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

5. Contemplatio (“Veo y me veo como Dios me ve”)

•    A Jesús Niño, en brazos de María, que nos ofrece amorosamente a su Hijo.
•    A los magos que salvan dificultades y llegan gozosos donde Jesús. Y luego reemprenden un nuevo camino en sus vidas.


6. Actio (“¿Qué me pide Dios que haga?”)

•    Agradeceré siempre el don de la fe, que el Señor me regala desde el bautismo.
•    Trataré de buscar al Señor cada día en los sucesos, en su Palabra, en la oración.
•    Ayudaré a que otros bautizados vivan su fe.

Fuente: https://docs.google.com/document/d/109HbHJH8dQW4HvESYgf2PtTEcrS9DxZN7dlBEM4JCHU/

Tomado de Misioneros Oblatos

https://www.oblatos.com/dematovelle/index.php?option=com_content&view=article&id=7008:lectio-divina-para-el-4-de-enero-de-2015&catid=99:comunidad-guadalupana&Itemid=168

Domingo 3º de Adviento - Ciclo B Tu eres nuestra luz ... Tiempo de alegrarse

14.12.2014 08:12

Juan (1,6-8.19-28):
Evangelio según san Juan (1,6-8.19-28), del domingo, 14 de diciembre de 2014
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. 
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?» 
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» 
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» 
El dijo: «No lo soy.» 
«¿Eres tú el Profeta?» 
Respondió: «No.» 
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» 
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» 
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Palabra del Señor

Reflexión

Juan niega ser el Mesías esperado, y afirma no ser ninguno de los profetas del Antiguo Testamento. Él dice de sí mismo que es “voz que grita en el desierto”, con estas palabras del Bautista y el hecho de su bautismo, Juan quiere desviar la atención que se centra en él para dirigirla hacia la persona de Cristo. Por ello el bautismo de agua que él realiza es signo del bautismo en el Espíritu. Por esto resalta la ceguera de los judíos; preguntan por alguien que está en medio de ellos, pero a quien no pueden reconocer, porque les falta un corazón capaz de acoger los signos que dan cuenta de la presencia del Reino. Es lo contrario de la actitud de Juan.

La escena descrita en el Evangelio pone de relieve no sólo el testimonio del Bautista, sino de lo que significa esta realidad en la vida creyente. Se requiere ser capaz de crear una actitud receptiva y acogedora de la salvación, tal como lo hace Juan. De ese modo se desarrolla, por obra del Espíritu, la capacidad de certeza, de que está entre nosotros, “alguien de quien no soy digno de desatarle las sandalias”. La presencia de Jesús y su mensaje, se convierten en parte importante de la vida cuando ésta vive en fidelidad a la esperanza confiada en Él, que ha prometido la vida plena. Un modo muy real y muy concreto, para discernir cegueras y buscar caminos ciertos, están en las dos reglas básicas del testimonio asumidas por el Bautista. La primera es saber que somos voz que clama en el desierto: que no ser oídos, no ser reconocidos ni valorados por el mundo es parte del  recorrido que el mismo Jesús tuvo que hacer durante su vida. La segunda, es, quizás la más sutil, pero la más realista: el tener conciencia, en cada momento de nuestra vida, que nuestros gestos y nuestras palabras serán más cercanas al Evangelio, en la medida que no nos anunciemos a nosotros mismos.

La certeza que somos instrumentos y no fuente de la vida entregada por Jesús, debe darnos, como discípulos, la capacidad y la audacia para jugarnos enteros por que los hombres y mujeres necesitados de Dios y su cercanía, y al mismo tiempo la confiada humildad de quien sabe que no hay que buscar retribución ni falsos estímulos, sino la libertad de dar como regalo lo que como regalo hemos recibido.

P. Luis Vaccaro Cuevas | Fecha de Edición: 14-12-2014 tomdo de https://www.diarioelcentro.cl/?q=articulo-columnistas&id=3774

Domingo 2º de Adviento - Ciclo B TIEMPO DE CAMBIAR

07.12.2014 07:50

Marcos (1,1-8):
Evangelio según san Marcos (1,1-8), del domingo, 7 de diciembre de 2014
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."» 
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»

Palabra del Señor

Reflexion

Estamos hoy en el segundo domingo de Adviento y tenemos que ponernos en marcha, seguir la senda que nos lleva a Belén.. 
Ponernos en camino significa hacer lo mismo que hizo Juan el Bautista; limpiar, barrer los caminos, quitar los obstáculos para que podamos caminar con soltura y sin ninguna dificultad.
Cojamos la vela, encendamos nuestra fe y seamos testimonios para que otros sigan la luz, pero para ello lo primero que tenemos que hacer es tener ánimo, confianza, fuerza y, sobre todo, ganas de llevar la vela encendida y que, en ningún momento, se apague aunque el viento sople en contra.
No nos quedemos parados, ni nos dejemos llevar por la comodidad o la cantidad de ofertas lúdicas que hoy se nos ofrece y que hacen perder el sentido de lo que significa Adviento.  Caigamos en la cuenta que prepararse para recibir a Jesús es esfuerzo, generosidad, aprender a no ser protagonistas sino portadores de la más bella Noticia que el mundo puede tener: el Nacimiento en Belén de Dios que se encarna, y se hace hombre, para compartirse y darse por amor a la humanidad.
¡Anímate, no te quedes parado! El Adviento es dinamismo, alegría y preparación. ¡Ponte en camino y no pares! Hagamos como San Juan Bautista, preparar el camino para recibir a Dios.
Recuerda que hoy celebramos el domingo dedicado a Cáritas y, cada lunes, nuestra parroquia se llena de hermanos pidiendo la solidaridad  y ellos son los más amados por Dios. ¡Seamos generosos!
¡Feliz semana, sean felices!

tOMADO DE https://eltallerdelaserenidad.wordpress.com/2011/12/04/reflexin-al-evangelio-de-s-marcos-11-82-de-advientociclo-b/

Domingo 1º de Adviento - Ciclo B

30.11.2014 16:35

Marcos (13,33-37):
Evangelio según san Marcos (13,33-37), del domingo, 30 de noviembre de 2014
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!»

 

 

Vivir el 1º domingo Adviento, ciclo B

MARCOS 13, 33-37

¡Andaos con cuidado, ahuyentad el sueño, que no sabéis cuándo va a ser el momento! Es como un hombre que se marchó de su país: dejó su casa, dio a los siervos su autoridad -a cada uno su tarea- y en especial al portero le mandó mantenerse despierto. Por tanto, manteneos despiertos, que no sabéis cuándo va a llegar el señor de la casa -si al oscurecer o a media noche o al canto del gallo o de mañana-, no sea que, al llegar de improviso, os encuentre dormidos. Y lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: manteneos despiertos.

 

 

UNA IGLESIA DESPIERTA

 

Las primeras generaciones cristianas vivieron obsesionadas por la pronta venida de Jesús. El resucitado no podía tardar. Vivían tan atraídos por él que querían encontrarse de nuevo cuanto antes. Los problemas empezaron cuando vieron que el tiempo pasaba y la venida del Señor se demoraba.

 

Pronto se dieron cuenta de que esta tardanza encerraba un peligro mortal. Se podía apagar el primer ardor. Con el tiempo, aquellas pequeñas comunidades podían caer poco a poco en la indiferencia y el olvido. Les preocupaba una cosa: «Que, al llegar Cristo, nos encuentre dormidos».

La vigilancia se convirtió en la palabra clave. Los evangelios la repiten constantemente: «vigilad», «estad alerta», «vivid despiertos». Según Marcos, la orden de Jesús no es solo para los discípulos que le están escuchando. «Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: Velad». No es una llamada más. La orden es para todos sus seguidores de todos los tiempos.

 

Han pasado veinte siglos de cristianismo. ¿Qué ha sido de esta orden de Jesús? ¿Cómo vivimos los cristianos de hoy? ¿Seguimos despiertos? ¿Se mantiene viva nuestra fe o se ha ido apagando en la indiferencia y la mediocridad?

 

¿No vemos que la Iglesia necesita un corazón nuevo? ¿No sentimos la necesidad de sacudirnos la apatía y el autoengaño? ¿No vamos a despertar lo mejor que hay en la Iglesia? ¿No vamos a reavivar esa fe humilde y limpia de tantos creyentes sencillos?

 

¿No hemos de recuperar el rostro vivo de Jesús, que atrae, llama, interpela y despierta? ¿Cómo podemos seguir hablando, escribiendo y discutiendo tanto de Cristo, sin que su persona nos enamore y trasforme un poco más? ¿No nos damos cuenta de que una Iglesia "dormida" a la que Jesucristo no seduce ni toca el corazón, es una Iglesia sin futuro, que se irá apagando y envejeciendo por falta de vida?

 

¿No sentimos la necesidad de despertar e intensificar nuestra relación con él? ¿Quién como él puede liberar nuestro cristianismo de la inmovilidad, de la inercia, del peso del pasado, de la falta de creatividad? ¿Quién podrá contagiarnos su alegría? ¿Quién nos dará su fuerza creadora y su vitalidad?

 

José Antonio Pagola

 

 

Mateo (25,31-46) Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

23.11.2014 05:56

Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."

 Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»

Palabra del Señor

 

COMENTARIO

Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

Autor: Padre Juan José Palomino del Alamo

 

 

1ª Desde la insignificancia.

La predicación de Jesús empezada en el evangelio de Mateo en el capítulo cinco con las Bienaventuranzas, dirigidas
a aquellos que siguen sus enseñanzas, finaliza ahora recordando lo esencial del comportamiento de los discípulos.

El Hijo del hombre, el Rey, vendrá a juzgar a las naciones. Su Reino no es un Reino de poder sino de servicio: "El Hijo
del hombre no ha venido a ser servido sino a servir" (Mt 20, 28). Ese es el criterio del juicio. Entrar al Reino, a la vida
definitiva, a la vida eterna, supone que el discípulo ha seguido los pasos del maestro en el servicio a todos y en especial
a los más necesitados.

Pero precisamente porque es vida eterna, no se limita más allá de la historia humana. No sólo es vida futura, es eterna,
es decir, de todos los tiempos, también del presente. Las exigencias del Reino llevan a dar vida hoy: dar de comer, dar
de beber, etc. Y esos gestos deben expresar la gracia, que Dios no ha hecho de su propia vida. De ahí brota que los 
destinatarios privilegiados sean los "más pequeños" y postergados, los "humildes". Y aquí Mateo usa el mismo término
que emplea para hablar de Belén, la "pequeña" ciudad de la que viene el Mesías. Así, cada pobre y olvidado es como Belén,
insignificante, pero de ellos viene el Señor a nosotros. Por eso, el texto nos dice que en el servicio al pobre servimos al 
Cristo de nuestra fe, y en la solidaridad con los más necesitados reconocemos la humilde realeza del Hijo del hombre. No
hay otro modo de "heredar el Reino", es decir, "el cara a cara definitivo con el Señor".

2º En la fiesta de Cristo Rey pueden servirnos estas reflexiones para "llevarlas" a la vida:

- El que trata al hombre como persona y se entrega a él, como Cristo lo hizo, y lo ama como Cristo lo está amando: éste cumple el Evangelio, se entrega a Cristo y da a Dios el culto verdadero.

- El que llora con el que sufre, da de comer al hambriento y de beber al sediento, hospeda al emigrante, viste al desnudo y visita al encarcelado... está unido a Dios en Cristo y es firme candidato al Reino de Dios.

- El que tiene hambre y sed de justicia y no descansa día y noche para que el hombre deje de ser lobo de su hermano... ése está unido a Cristo y compartirá con El la corona del Reino.

- El que trabaja por la paz, destierra de su corazón el odio, es manso y no agresivo... ése verá a Dios y disfrutará del banquete del Reino.

- El que cuando ama a Dios, ama al hombre; el que, cuando se acerca a Dios, se aproxima al hombre... ése sabe lo que dice y lo que hace y es bendito del Padre.

Si así lo hacemos, si así vivimos, tenemos el Reino de Dios en nuestras manos, porque lo que hagamos con el hermano pequeño, se lo estamos haciendo al mismo Cristo.

TOMADO DE

 

Lecturas del Domingo 33º del Tiempo Ordinario - Ciclo A ☺ El desperdicio de los talentos, la última llamada. ☺

16.11.2014 09:09

Mateo (25,14-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes."»

Palabra del Señor

Meditación del Papa Francisco

El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental: "He conservado la fe" ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, "embalsamar" el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.

También aquí, nos podemos preguntar: ¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? (S.S. Francisco, 27 de octubre de 2013)

Reflexión
Los talentos no sólo representan las pertenencias materiales. Los talentos son también las cualidades que Dios nos ha dado a cada uno.

Vamos a reflexionar sobre las dos enseñanzas del evangelio de hoy. La primera alude al que recibió cinco monedas y a su compañero, que negoció con dos. Cada uno debe producir al máximo según lo que ha recibido de su señor. Por eso, en la parábola se felicita al que ha ganado dos talentos, porque ha obtenido unos frutos en proporción a lo que tenía. Su señor no le exige como al primero, ya que esperaba de él otro rendimiento.

Igualmente se aplica a nosotros, según las posibilidades reales de cada individuo. Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de personas enfermas, los hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad...

Pero puede darse el caso del tercer siervo del evangelio: no produjo nada con su talento. A Cristo le duele enormemente esa actitud. Se encuentra ante alguien llamado a hacer un bien, aunque fuera pequeño, y resulta que no ha hecho nada. Eso es un pecado de omisión, que tanto daña al corazón de Cristo, porque es una manifestación de pereza, dejadez, falta de interés y desprecio a quien le ha regalado el talento.

Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?

 

Tomado de

Domingo 32 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" Endender una fe gastada

09.11.2014 08:44

Mateo 25, 1-13

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: 'Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando'. Las previsoras les contestaron: 'No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo'. Mientras aquellas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él les respondió: 'Yo les aseguro que no las conozco'. Estén, pues, preparados, porque no saben ni el día ni la hora".

Palabra del Señor

. A. Gloria a ti Señor Jesús.

Reflexion

Meditación del Papa

El Evangelio de hoy es una célebre palabra, que habla de diez jóvenes invitadas a una fiesta de bodas, símbolo del Reino de los cielos, de la vida eterna. Es una imagen feliz, con la que sin embargo Jesús enseña una verdad que nos hace cuestionarnos; de hecho, de aquellas diez chicas: cinco entran en la fiesta, porque, a la llegada del esposo, tienen aceite para encender sus lámparas; mientras que las otras cinco se quedan fuera, porque, tontas, no han llevado aceite. ¿Qué representa este ´aceite´, indispensable para ser admitidos al banquete nupcial? San Agustín y otros autores antiguos leen en él un símbolo del amor, que no se puede comprar, pero se recibe como regalo, se conserva en la intimidad y se practica en las obras. Verdadera sabiduría es aprovechar la vida mortal para realizar obras de misericordia, porque, tras la muerte, eso ya no será posible. Cuando nos despierten para el juicio final, este se basará en el amor practicado en la vida terrena. Y este amor es don de Cristo, infundido en nosotros por el Espíritu Santo. Quien cree en Dios-Amor lleva en sí una esperanza invencible, como una lámpara con la que atravesar la noche más allá de la muerte, y llegar a la gran fiesta de la vida. Benedicto XVI, 6 de noviembre de 2011).

 

 

Reflexión

Como cuando un escalador se detiene para ver lo recorrido y para contemplar la cima deseada y anhelada, así también Dios nos concede a veces momentos que son como esas paradas, y vemos lo recorrido en la vida y contemplamos la cima deseada y anhelada: la eternidad. Y entendemos el sentido de la vida y se nos hacen amargos todos los consuelos de la Tierra.

En esta situación estaban estas muchachas: el Esposo deseado... ¡Qué gozo!, ¡Qué alegría vivir así, esperando al Esposo! ¡Como si ya tuvieran ganada la Cima! ¡Cómo les rebotaría el corazón a estas chicas!

¡Qué contentas estarían! Así se encontraba Santa Teresita del Niño Jesús cuando descubrió los primeros síntomas de su enfermedad que la llevaría a la muerte, escribe: "¡Ah, mi alma se sintió henchida de gran consuelo! Estaba íntimamente persuadida de que Jesús (...) quería hacerme oír una primera llamada. Era como un dulce y lejano murmullo que me anunciaba la llegada del Esposo. (...) Gozaba por entonces de una fe tan viva, tan clara , que el pensamiento del cielo constituía toda mi felicidad" (Manuscrito C, F. 5r-5v).

Pero así como las vírgenes se durmieron, el caminante sigue caminando, a nosotros nos envuelve el remolino de la vida, y a Teresita se le duerme la fe.(cfr Manuscrito C, 5v). ¿Qué, pues es lo que importa si hasta los prudentes también se duermen? Tener encendidas nuestras lámparas y llevar el aceite para alimentarlas. Digamos que la lámpara es la vida, la Luz es la Vida de Gracia y el aceite es la Caridad.

La vida lleva su rumbo sin preguntar, le damos la Luz de Cristo y comienza a brillar, pero para que nunca de apague se necesita alimentarla con obras de caridad. Es así como nos va a reconocer el esposo: "En esto reconocerán que sois discípulos míos, si tenéis amor los unos para con lo otros". "Entonces el Rey les dirá: Venid, benditos de mi Padre, (...)porque cuanto hicisteis con uno de estos pequeños, conmigo lo hicisteis"

Tomado de 

Domingo, 2 de Noviembre - Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

02.11.2014 13:46

(Mateo. 25,31-46)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y alos cabritos a su izquierda.Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los  justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá.: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

 

Entonces dirá también a los de la izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’. Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo o encarcelado y no te asistimos?’

 

Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Palabra del Señor.

 

Meditación del Papa


¿Cómo no recordar la impresionante página evangélica en la que san Mateo nos presenta el encuentro definitivo con el Señor? Entonces, como nos dice Jesús mismo, el Juez del mundo nos preguntará si durante nuestra vida dimos de comer al hambriento, de beber al sediento; si acogimos al forastero y abrimos las puertas de nuestro corazón al necesitado. En una palabra, en el juicio final Dios nos preguntará si amamos, no de modo abstracto, sino concretamente, con hechos (cf. Mt 25, 31-46).
Cada vez que leo estas palabras, me conmueve realmente el corazón que Jesús, el Hijo del hombre y Juez final, nos precede con esta acción, haciéndose él mismo hombre, haciéndose pobre y sediento, y al final nos abraza estrechándonos contra su corazón. Así Dios hace lo que quiere que hagamos nosotros: estar abiertos a los demás y vivir el amor no con palabras sino con hechos. (Benedicto XVI, 10 de febrero de 2007).

Tomadp de

 

 

Comentario

Hoy hacemos memoria de nuestros difuntos. Pero no es tanto un recuerdo sentimental, pasajero e intrascendente, sino una ocasión para acrecentar “la comunión de los santos”; es decir, de estar cerca, por la fe y por el amor, con aquellos que se nos han adelantado hacia la patria eterna y definitiva.

Celebramos hoy el triunfo de la vida sobre la muerte, pues “nosotros estamos seguros de pasar de la muerte a la vida” (Jn 3, 14) y “para los creyentes la vida no termina, se transforma y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo”. (Prefacio de la Misa de Difuntos)

La liturgia católica nos ofrece diversos textos bíblicos, para sostener nuestra fe y esperanza en la resurrección; es decir, en la vida eterna que Dios nos ha prometido. Y la fe en que también nosotros resucitaremos, se basa en el hecho de que Jesús venció a la muerte y ya nunca más morirá.

Él triunfó definitivamente sobre la muerte, y con su resurrección nos asocia a su triunfo, si es que nos decidimos a unirnos a El por la fe y por la obediencia a su Palabra. Si no hubiera resurrección, será inútil celebrar este día; se reduciría a un mero folklore, como el de aquellos que, en vez de vivir las tradiciones de nuestros mayores, se han contagiado del “hallowen”, reduciendo esta fecha a una “fiesta de brujas”. ¡Qué reducción tan lamentable!

Este día de los difuntos responde a la esperanza que todo ser humano tiene de rebasar la existencia temporal y de poder entrar en la eternidad de Dios. En las diferentes culturas de todos los tiempos, este factor de esperanza en otra vida ha sido constante y determinante. En el cristianismo, adquiere una certeza incomparable, porque no se basa en aspiraciones meramente humanas, sino en el hecho de que, en Cristo, sí es posible vencer a la muerte y trascender.

Entre los signos más universales que han sido asumidos por la liturgia católica, resaltan las velas y las flores. Las velas significan la luz eterna, que se desea y se pide para los difuntos. Oramos para que venzan la oscuridad de la muerte y posean la claridad indeficiente, que es Dios mismo.

Las flores significan la vida, la frescura y la fiesta interminable, que anhelamos para ellos. Queremos que vivan como en un jardín, en un paraíso feliz, donde nada les haga falta. Por ello, no podemos dejar de llevarles flores a su tumba. Expresan nuestros deseos más profundos de fiesta perenne para ellos.

Es necesario advertir, sin embargo, que lo que más sirve a nuestros difuntos es la oración que hacemos por ellos, para que Dios les perdone sus pecados y les conceda la vida eterna. Y la oración por excelencia es la celebración de la Santa Misa por su intención. Recordemos que “una flor se marchita, una lágrima se evapora, pero la oración sube hasta el corazón de Dios”. (S. Agustín).

Por otra parte, este es un día muy propio para convivir como familia, precisamente en torno a la memoria de nuestros difuntos. Es la oportunidad para fortalecer los vínculos familiares, gracias al recuerdo vivo de nuestros seres queridos, cuya presencia sigue siendo muy real. Honremos, pues, a nuestros difuntos con los signos de nuestra cultura, y no nos dejemos invadir por costumbres extranjeras, que nada tienen que ver con la fe en la vida eterna.


Tomado de https://www.homiletica.org/felipeaguirre/felipeaguirrefranco099.htm

 

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