Domingo 2º de Cuaresma - Ciclo B
Marcos (9,2-10):
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Palabra del Señor
Reflexion
1. Se transfiguró en su presencia (v. 2)
Seis días después... Esta referencia temporal alude al relato del Éxodo (24, 16) cuando Moisés subió al Sinaí y la nube (de la gloria de Yavé) lo cubrió durante seis días. Era la preparación para promulgar los mandamientos de la Alianza.
La montaña en la Biblia es el lugar privilegiado de las teofanías, (manifestación de Dios). Los vestidos resplandecientes son signo de la gloria de Jesús.
La transfiguración es un destello anticipado de la resurrección de Jesús y de la confirmación de la obra de Jesús por parte del Padre. Como será en su día la resurrección. El Padre aprueba lo que Jesús va realizando y el camino sufriente como Mesías Salvador.
2. Se les aparecieron también Elías y Moisés (v. 4)
Elías representa a los profetas. Moisés representa a la Ley. Así dividían los judíos los libros del Antiguo Testamento. Tanto Moisés como Elías contemplaron en diferentes montes (Moisés en el Sinaí y Elías en el Carmelo) la gloria de Dios. Marcos quiere significar que Jesús es la plenitud de la profecía y de la Alianza. Es el Mesías esperado y prometido.
3. ¡Qué bien estamos aquí! (v. 5)
La contemplación de Jesús, radiante y glorioso, llena de temor a Pedro y a los compañeros. Y brota espontáneamente de la boca de Pedro el gozo y el deseo de permanecer en ese momento de júbilo.
Con Jesús resplandeciente, se sienten bien los discípulos. A Jesús sufriente lo dejarán abandonado y solo. Con Jesús hay que estar, confiando en Él, en los momentos agradables y en los momentos difíciles.
4. Éste es mi Hijo amado; escúchenlo (v. 7)
Se trata de un acontecimiento similar al del bautismo de Jesús. Aquí se hace en presencia de los discípulos. Porque ellos van a iniciar la verdadera comunidad de discípulos de Jesús, que han de sentirse "hijos amados en el Hijo". Y, por tanto, han de estar en esa postura constante de identificarse con el Hijo amado. Es el imperativo del Padre: escúchenlo.
5. Vieron sólo a Jesús con ellos (v. 8)
No hay que instalarse en las dulzuras de la oración. Hay que bajar de la montaña (v. 9) para reemprender la rutina de cada día con sus problemas y sacrificios. La glorificación ha de pasar por el túnel amargo de la persecución y la muerte.
Hay que subir a la montaña del encuentro con el Señor. Para luego convertir la vida diaria en un "encuentro" más sencillo con el mismo Dios. Y así transformar nuestra pequeña historia en "historia de salvación".
Jesús sigue presente en nuestra vida con toda su eficacia, pero su presencia es sencilla y entre penumbras.
3. MEDITA (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
Hoy nos invita la Palabra, sobre todo, a la contemplación de Jesús en su transfiguración. Todo en la vida de Jesús es resurrección. El acontecimiento de la transfiguración es un signo de la vida gloriosa de Jesús.
Nos quedamos como los discípulos maravillados de la presencia luminosa de Jesús. ¡Qué bien estamos con Él! El gozo de la oración, del encuentro con Jesús, ha de perdurar en nuestra vida para ir dominando las contrariedades que nos puedan llegar. Como sucede en el relato posterior, narrado por Marcos (9, 14-29).
4. ORA (Qué le respondo al Señor)
Gracias, Jesús, por esta revelación que nos haces. Con frecuencia quedamos envueltos y golpeados por nuestros temores. Pero, sabemos que Tú vives en nosotros para hacer resplandecer nuestra obscuridad y dar ánimo a nuestra existencia.
Que nos dejemos siempre iluminar por el resplandor de tu luz y por la energía de tu resurrección.
5. CONTEMPLA
A Jesús, resplandeciente, luminoso, bello. Que transforma toda nuestra vida.
A cada uno de nosotros que, como Pedro, Santiago y Juan, gozamos con el encuentro de luz con el Señor, pero decaemos y nos desanimamos.
6. ACTÚA
Me dejo invitar por Jesús para subir a la montaña del encuentro con Él y con el Padre.
Disfrutar del tiempo de oración-contemplación: ¡Qué bien estoy aquí
Repetiré. Yo soy la Luz del mundo (Jn 8, 12).
Tomado de