Domingo 23º del Tiempo Ordinario - Ciclo A Para vencer el pecado

07.09.2014 01:38

Para vencer el pecado

Mateo (18,15-20):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.» Palabra del Señor

Meditación del Papa

Otro fruto de la caridad en la comunidad es la oración en común. Dice Jesús: "Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". La oración personal es ciertamente importante, es más, indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que -incluso siendo muy pequeña- es unida y unánime, porque ella refleja la realidad misma de Dios uno y trino, perfecta comunión de amor. Dice Orígenes que "debemos ejercitarnos en esta sinfonía", es decir en esta concordia dentro de la comunidad cristiana. Debemos ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y sencillez de corazón, como en la oración, para que suba a Dios desde una comunidad verdaderamente unida en Cristo.(Benedicto XVI, 4 de septiembre de 2011).

 

Reflexión

El capítulo 18 de Mateo está dedicado a un discurso de Jesús sobre la comunidad cristiana, sobre la Iglesia. Para él no tiene sentido vivir el cristianismo en solitario. El mismo Jesús formó a su alrededor un grupo de discípulos y les enseñó a llamarse hermanos, a amar a Dios como Padre y a amarse profundamente entre ellos. Por eso Mateo dedica palabras tan importantes para hablar de la vida de la comunidad.
Cuando Mateo dice ‘si tu hermano peca’ no se refiere a nada en especial, pero sí está pensando en muchos pecados concretos que él vive en su comunidad. Ellos habían diseñado una forma de ayudar a los que cometían los errores para que se corrigiesen, para que se convirtiesen de nuevo al evangelio. Vemos que los asuntos se tratan con mucha delicadeza, primero a solas, porque a nadie le gusta que le corrijan. Después, si esa persona decide no hacer caso, se le insiste en pequeño grupo, para hacerlo recapacitar. Y por último, se le da la oportunidad ante la comunidad. Aquel que desprecie incluso a la comunidad no tiene cabida en ella.
Nos parecen palabras muy duras, pero la verdad es que son muy realistas. Lo más fácil es dejarlo correr, no hacer nada, no ‘meterse en líos’, que cada uno viva como quiera y que a nadie le importe. Pero eso significaría la muerte de la comunidad. Jesús nos convoca, no para que seamos ‘grupos de personas’ que rezan juntas, sino para que formemos una verdadera comunidad de vida y amor. La vida de las otras personas nos tiene que importar; debemos sentir la obligación de ayudarnos a mejorar entre todos y también de dejarnos ayudar.
No es nada fácil, por supuesto, por eso es necesario acudir a la oración. Aquello que pida la comunidad, todo lo que pida por amor, Dios lo concederá.