Domingo 4º de Cuaresma - Ciclo B

15.03.2015 08:59

Juan (3,14-21):


En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»

Palabra del Señor

 

Meditación del Papa Francisco

Todo adquiere sentido cuando encuentras este tesoro, que Jesús llama "el Reino de Dios", es decir, Dios que reina en tu vida, en nuestra vida; Dios que es amor, paz y alegría en cada hombre y en todos los hombres. Esto es lo que Dios quiere, es por lo que Jesús se ha donado a sí mismo hasta morir en la cruz, para liberarnos del poder de las tinieblas y llevarnos al reino de la vida, de la belleza, la bondad, la alegría. Leer el Evangelio es encontrar a Jesús y tener esta alegría cristiana que es un don del Espíritu Santo.

Queridos hermanos y hermanas, la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios transpira, se ve. El cristiano no puede esconder su fe, porque transpira en cada palabra, en cada gesto, también en los más sencillos y cotidianos: transpira el amor que Dios nos ha donado mediante Jesús. Recemos, por intercesión de la Virgen María, para que venga a nosotros y en el mundo entero su Reino de amor, de justicia y de paz.  » (S.S. Francisco, Ángelus, 27 de julio de 2014).

tomado de

COMENTARIO

EL Evangelio de este Cuarto Domingo de Cuaresma; nos abre totalmente a la esperanza en nuestra vida cristiana.
Vivimos en la sociedad tiempos de desesperanza y de falta de horizontes y sin embargo el Evangelio de hoy nos ofrece la solución definitiva:”De tal modo-dice-amó Dios al mundo que le entrego a su Hijo único, a fin de que todo el que crea en él no perezca”.
Quien no ama, quien siembre su corazón de espinas; no conoce a Dios, es más bien un hipócrita que se queda en ritos y formas. Es decir, quien obra según la verdad camina hacía la luz.

tomado de Popular TV Cantabria