Domingo 4 de Enero de 2015 ♥Epifanía del Señor♥ Evangelio según Mateo 2,1-12

04.01.2015 09:28

Epifanía del Señor

Mateo 2,1-12

Jesús había nacido en Belén de Judá durante el reinado de Herodes. Unos Magos que venían de Oriente llegaron a Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.»

Herodes y toda Jerusalén quedaron muy alborotados al oír esto. Reunió de inmediato a los sumos sacerdotes y a los que enseñaban la Ley al pueblo, y les hizo precisar dónde tenía que nacer el Mesías.

Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, pues así lo escribió el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en absoluto la más pequeña entre los pueblos de Judá, porque de ti saldrá un jefe, el que apacentará a mi pueblo, Israel.

Entonces Herodes llamó en privado a los Magos, y les hizo precisar la fecha en que se les había aparecido la estrella. Después los envió a Belén y les dijo: «Vayan y averigüen bien todo lo que se refiere a ese niño, y apenas lo encuentren, avísenme, porque yo también iré a rendirle homenaje.»

Después de esta entrevista con el rey, los Magos se pusieron en camino; y fíjense: la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. ¡Qué alegría más grande: habían visto otra vez la estrella!

Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. Luego se les avisó en sueños que no volvieran donde Herodes, así que regresaron a su país por otro camino.

 

Reflexion

Lectio (“¿Qué dice el texto?”)

Contexto litúrgico

Epifanía significa manifestación. Celebramos en este día la manifestación de Jesús, el Salvador, al mundo pagano, representado por los sabios de oriente, pues él ha venido con la misión de ofrecer la salvación a todas las gentes, de todos los lugares y de todos los tiempos.

Es el día en que también nosotros, que no somos del pueblo judío por nacimiento, hemos recibido el don de la fe en Jesucristo, enviado del Padre para la salvación del mundo.

El relato evangélico es una catequesis que nos indica cómo se manifiesta el Señor en todo tiempo y cómo nosotros podemos encontrarlo. Por lo tanto, lo hemos de leer más como un relato de fe que como una narración de tipo histórico.

1. Unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén (v.1):

Estos personajes presentados por Mateo, representan el deseo humano de iniciar un camino o proceso, para encontrar a Dios:

•    su decisión de  abandonar su casa y su país simboliza el proceso que constantemente realiza el que con sinceridad quiere encontrarse con el Señor;

•    la estrella que les guía es la luz de la fe, la llamada de Dios, que comienza a iluminar la oscuridad de su situación religiosa.

En Jerusalén, estos magos o sabios:

•    dan testimonio de la llamada de Dios: “Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo” (v. 2), esta estrella simboliza el surgimiento de otro verdadero “astro” según el texto: “Surgirá una estrella de Jacob y se levantará un hombre de Israel” (Num 24, 17);

•    vencen las malas intenciones de Herodes, quien ve en Jesús una amenaza a su reinado;

•    y la ignorancia de los sacerdotes y de los maestros de la ley, pues, a pesar de que saben dónde nacerá el Mesías no se inquietan por ello;

•    se dejan orientar por la Palabra de Dios, en la profecía de Miqueas (5, 2), que los maestros de la Ley indican (vs. 5-6);

•   nuevamente la estrella los guía hasta Belén (v. 9); la estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y les guía al lugar donde ha nacido y se encuentra. Interesante es anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. 

2. Vieron al Niño con su madre María y lo adoraron (v. 11)

Al experimentar de nuevo la iluminación de la fe en su camino, se llenaron de una inmensa alegría (v. 10). El esfuerzo de los viajeros por seguir la luz incipiente de la fe logró, al fin, encontrar al Niño con su Madre. Dios los había orientado y fortalecido a lo largo de su camino de fe, poniendo de su parte el interés y el sacrificio por salvar enormes dificultades y, al fin, encontrar al Salvador.

Lo adoraron como a Dios postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra (v. 11). Estos dones son símbolo de su propio reconocimiento, agradecimiento y ofrenda de sí mismos y de sus vidas.

Regresaron a su país por otro camino (v. 12). Una vez que los sabios de oriente adoraron al Señor, entregándose a Él, quedaron transformados por el encuentro con el Mesías. Y regresaron a su tierra, convertidos, como personas nuevas, contentos de la experiencia vivida en aquella humilde vivienda.

3. Meditatio (“¿Qué me dice a mí el texto?”)

Cada uno de nosotros he de reemprender muchas veces el camino de la fe, que nos lleva a Jesús. No es cuestión de saber muchas cosas de Jesús, del Evangelio. Es, sobre todo, seguir y estar con Jesús, para conformar nuestros valores, criterios, actitudes, sentimientos y conducta según lo que el mismo Jesús vivió y enseñó.

En cada momento de nuestra vida el Señor nos va llamando a una entrega más generosa y total. Con mirada y escucha de fe, podemos percibir que el Señor nos convoca desde la realidad de los sucesos diarios, agradables o desagradables, desde su Palabra leída y meditada, desde un buen consejo que recibimos, desde un buen testimonio que vemos, desde la oración y celebración de los sacramentos. Todo ello son luces de pequeñas estrellas que el Señor pone en el firmamento de nuestra conciencia.

El encuentro con Jesús, en brazos de María, nos llena de alegría y experimentamos la paz.

4. Oratio (“¿Qué le digo a Dios?”) 

Con el salmo 71 que la tradición judeo – cristiana considera como un retrato anticipado del rey mesiánico anunciado por los profetas, alabemos a Jesús cuyo reinado no reconoce fronteras pues se extiende a favor de los necesitados.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. 
Que los montes traigan paz, 
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador. 
Que dure tanto como el sol, 
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra. 
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. 
Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo. 
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

5. Contemplatio (“Veo y me veo como Dios me ve”)

•    A Jesús Niño, en brazos de María, que nos ofrece amorosamente a su Hijo.
•    A los magos que salvan dificultades y llegan gozosos donde Jesús. Y luego reemprenden un nuevo camino en sus vidas.


6. Actio (“¿Qué me pide Dios que haga?”)

•    Agradeceré siempre el don de la fe, que el Señor me regala desde el bautismo.
•    Trataré de buscar al Señor cada día en los sucesos, en su Palabra, en la oración.
•    Ayudaré a que otros bautizados vivan su fe.

Fuente: https://docs.google.com/document/d/109HbHJH8dQW4HvESYgf2PtTEcrS9DxZN7dlBEM4JCHU/

Tomado de Misioneros Oblatos

https://www.oblatos.com/dematovelle/index.php?option=com_content&view=article&id=7008:lectio-divina-para-el-4-de-enero-de-2015&catid=99:comunidad-guadalupana&Itemid=168